lunes, 16 de abril de 2007

Extractos de La verdad olvidad: De Huston Smith

En el punto inmóvil del mundo que gira. Ni carnal ni descarnado; ni desde ni hacia; allí, en el punto inmóvil, está la danza, ni movimiento ni detención. Y no se diga que es fijo el lugar en el que se unifican el pasado y el futuro.
Ni movimiento desde ni movimiento hacia,
Ni ascenso ni descenso.
Sin el punto, el punto inmóvil
No habría danza….y la danza es lo único que existe.

T. S. Elliot (página 53)

Sobre el Infinito

Sólo es posible caracterizarlo mediante un abordaje negativo. Para comenzar, esto es algo que resulta aplicable al mismo término “infinito” –que solo afirma que su objeto no es finito- y muchas otras cosas de las cualidades que se le atribuyen, como la incondicionalidad, la inefabilidad y la inmutabilidad. El hinduismo, por ejemplo, define al infinito como nir-guna (que quiere decir carente de atributos). El budismo por su parte, sostiene que es nir-vana (es decir, sin rastro, como el fuego que se acaba al consumirse el combustible) y sunyata (la vacuidad). Para el Taoísmo, se trata del Tao que no puede ser expresado, mientras que para el Judaísmo, es en-sof (lo no-finito). Así pues, no hay modo de definir el infinito en términos positivos porque cualquier definición supone una comparación que vincula o distingue lo definido a otra cosa. En el primer caso no hay término posible de comparación, puesto que el infinito lo incluye todo y, en el último, nos hallamos ante una negación que define al objeto sobre la base de aquello que no es. página 74


También hay quienes admiten que, si bien el hecho de que nos resulte imposible concebir algo no constituye prueba alguna de su inexistencia, resulta, en caso, de existir, completamente irrelevante para todo propósito práctico. Pero que la realidad última exceda el alcance de nuestras facultades habituales y no pueda ser aprehendida por las mentes que insisten en sus derechos absolutos de posesión, no significa que la realidad última no mantenga contacto alguno con el mundo que habitamos o con el ego humano en su totalidad. Es sólo la causa de que centramos todos nuestros intereses en lo concreto –que, por ser tal, es forzosamente parcial y efímero- que no nos preocupamos por lo que es total y eterno y que, en consecuencia, trasciende toda concreción. No hay, pues, modo alguno de eludir la totalidad. La creencia, inherente al ser humano, de que todo cuánto existe y todo lo que sucede posee un significado, se deriva, en última instancia, del hecho de que lo Último –o el infinito, como lo estamos denominando- es omnipresente. Página 77

“ El tiempo es una invención humana, pero el espacio pertenece a los dioses “

Max Beckmann


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