jueves, 6 de diciembre de 2007

Ver

Véanla ustedes mismos
y no salpiquen con cuestiones,
véanla y no reflexionen
hundiéndose en colores.

No tiene explicación, es así.
Sin promesas de que se irá
o volverá, pasen la mano
por su frente y visítenla nuevamente.

martes, 4 de diciembre de 2007

El camino del Zen

El tao y la espontaneidad

Si el universo fuera hecho, sin duda habría alguien que sabría cómo está hecho, y que podría explicar cómo fue ensamblado pieza por pieza, como un técnico puede explicar con una serie de palabras “instantáneas” cómo se monta una máquina. Pero un universo que crece excluye totalmente la posibilidad de saber cómo crece si queremos explicarlo con los torpes recursos del pensamiento y el lenguaje, de modo que a ningún taoísta se le ocurre preguntar si el Tao sabe cómo produce el universo, ya que opera de acuerdo con la espontaneidad, no con el plan.

En torno de nosotros se producen cosas, pero nadie sabe de dónde. Salen, pero nadie ve la puerta. Todos los hombres estiman la parte del saber conocido. Ignoran cómo servirse de lo Desconocido para alcanzar el saber. ¿no es esto un extravío? 
Chuang-Tzu

Ch´ui el artesano podía dibujar círculos a mano mejor que con compás. Sus dedos parecían acomodarse tan fácilmente a la cosa en la que estaba trabajando que no necesitaba fijar su atención. Sus facultades mentales así permanecían Una (es decir, integradas) y no sufrían impedimentos. Ser inconscientes de nuestros pies significa que nuestros zapatos son cómodos. Ser inconscientes de nuestra cintura implica que la faja es cómoda. Si la inteligencia es inconsciente de lo positivo y negativo eso implica que el corazón esta tranquilo… Y quien, comenzando tranquilo, nunca esta intranquilo, es inconsciente de la tranquilidad de estar tranquilo. Chuang-Tzu

Muy feliz era el ciempiés,
Hasta que un sapo una vez,
Le preguntó: -¿Qué orden al andar siguen tus remos?
Lo cual forzó su mente a tal extremo
Que a una zanja, distraído, fue a caer
Mientras pensaba cómo hacer para correr.


lunes, 3 de diciembre de 2007

El camino del Zen 2da parte

Quietamente sentado, sin hacer nada

No puedes obtenerlo poniéndote a pensar;
No puedes buscarlo sin ponerte a pensar.

Poema Zenrin

………Tan pronto como yo reconozco que mis acciones voluntarias e intencionales ocurren espontáneamente, “por sí mismas”, como respirar, oír y sentir, ya no caigo en la contradicción de tratar de ser espontáneo. No hay verdadera contradicción porque “tratar” es la “espontaneidad”. Viendo esto desaparece la sensación de estar coaccionado, atado, bloqueado. Es como si me hubiera absorbido en una lucha entre mis dos manos y hubiera olvidado que ambas eran mías. Nada interfiere ya la espontaneidad cuando advertimos
Que no hace falta tratar de hacer nada. Como vimos, al descubrir que tanto los aspectos voluntarios como los involuntarios de la mente son espontáneos por igual, se pone fin al fijo dualismo de la mente y el mundo, el cognoscente y lo conocido. El nuevo mundo en el que me encuentro posee extraordinaria transparencia, está libre de barreras, y por esta razón me parece que yo en cierto modo me e convertido en el espacio vacío en el que todo está ocurriendo.


Zazen y el koan

…….Aunque también Occidente tiene su propia tradición contemplativa en la Iglesia Católica, la vida de “quedarse sentado y mirando” ha perdido atractivo, pues no se da valor a ninguna religión que no “mejore el mundo”, y es difícil comprender cómo se va mejorar el mundo si uno se queda quieto. Sin embargo, debería ser patente que la acción sin sabiduría, sin clara conciencia de lo que el mundo realmente es, nunca puede mejorar nada. Además, así como la mejor manera de aclarar el agua turbia es dejándola reposar, podría argüirse que aquellos se sientan quedándose quietos y sin hacer nada realizan una de las mejores contribuciones que pueden hacerse a un mundo alborotado.


Comemos, eliminamos, nos acostamos y nos levantamos;
Este es nuestro mundo.
Todo lo que tenemos que hacer después
Es morir.

Poema doka de Ikkyu

El zen y las artes
Sobre el río la luna brillante, en los pinos el viento que suspira;
Toda la noche tan tranquila: ¿por qué? Y ¿para quién?


Hsüan-chüeh

Un mundo que cada vez más consiste en destinos sin viajes intermedios, un mundo que valora solamente el “llegar a alguna parte” tan pronto como sea posible, es un mundo sin substancia. Podemos llegar a cualquier parte y a todas partes, pero mientras más posibles es esto menos vale la pena ir a cualquier parte y todas partes. Los puntos de llegada son demasiado abstractos, demasiado euclidianos, para ser gozados, y es como si comiéramos exactamente los extremos geométricos de una banana sin tocar nada de lo que hay entre esos dos puntos. Lo importante en estas artes es, pues, el practicarlas, más que su resultado. Pero, más que esto, su goce real reside en lo que surge inintencionadamente en el curso de la práctica, así como los placeres del viaje no residen tanto en llegar adonde uno quiere cuanto en las inesperadas sorpresas que ocurren durante el trayecto.

El camino del zen

Origen y desarrollo del zen

_ ¿Cuál es el método de la liberación?
_¿Quién te tiene atado? – replicó Seng-ts´an
_ Nadie me tiene atado.
_Entonces –preguntó Seng-ts´an- ¿por qué buscas liberarte?


Vacío maravilloso

La gloria matutina que florece una hora
No difiere en esencia del gigante pino
que vive un milenario.


Poema zen

………..la experiencia humana esta determinada tanto por la naturaleza de la mente y de la estructura de los sentidos como por los objetos externos cuya presencia la mente revela. Los hombres se creen víctimas o títeres de su experiencia porque se separan a “sí mismos” de sus mentes, pensando que la naturaleza del compuesto mente-cuerpo es algo que involuntariamente “ellos” han recibido desde afuera. Piensan que no pidieron nacer, que no pidieron se les “diera” un organismo sensorial para sufrir las alternativas del placer y del dolor. Pero el Zen nos pide que encontremos “quién” es el que “tiene” esta mente, y “quién” fue el que no pidió nacer antes que nuestros padres nos concibieran.

……….Cuando ya no nos identificamos con la idea de nosotros mismos, toda la relación entre el sujeto y el objeto, el cognoscente y lo conocido, sufre un cambio repentino y revolucionario. Se convierte en una relación real, una reciprocidad en la que el sujeto crea al objeto tanto como el objeto crea al sujeto. El cognoscente ya no se siente existiendo aparte de la experiencia. En consecuencia toda pretensión de “sacar” algo de la vida, o de la experiencia, se vuelve absurda.

……..Tenemos la impresión de que nuestros actos son voluntarios cuando vienen después de una decisión, e involuntarios cuando ocurren sin decisión. Pero si la decisión misma fuera voluntaria, cada decisión debería ser presidida de una decisión de decidirse, en una regresión infinita que afortunadamente no ocurre. Paradójicamente, si tuviéramos que decidir decidirnos no seríamos libres de decidir. Somos libres de decidir porque la decisión “ocurre”. Decidimos sin tener la más mínima idea de que cómo lo hacemos. En realidad, la decisión no es voluntaria ni involuntaria. “Tener la sensación” de esa relatividad es sufrir otra extraordinaria transformación de nuestra experiencia en conjunto, lo cual puede describirse de dos maneras. Tengo la decisión de que estoy decidiendo cuanto esta ocurriendo, o, por el contrario, siento que todo, inclusive mis decisiones, ocurren espontáneamente. Pues una decisión –el más libre de mis actos- ocurre como el hipo dentro de mi, o como el canto de un pájaro a mi lado.


Extractos de El camino del Zen

Budismo mahayana

………….”Si al aferrarme a la vida quedo apresado en un círculo vicioso, ¿Cómo puedo aprender a no aferrarme? ¿Cómo puedo tratar de soltar si el hecho de tratar es precisamente no soltar?” Expresado de otra manera: tratar de no aferrarse es lo mismo que aferrarse, porque su motivación es la misma: mi urgente deseo de salvarme de una dificultad. No puedo librarme de este deseo, pues es idéntico al deseo de librarme de él. Este es el problema cotidiano y familiar de la “doble atadura” psicológica, de crear el problema tratando de resolverlo, de afligirse porque uno se aflige, y de temer el temor.


El camino del zen de Alan Watts

Origenes del budismo

Un principio fundamental del Confucianismo decía que “ es el hombre quien hace que la verdad sea grande, no la verdad lo que engrandece al hombre”. Por esta razón siempre se consideró que la “humanidad” o “el buen corazón” (jen) es superior a la “justicia” (i), pues el hombre mismo es mayor que cualquier idea que él pueda inventar.

Pues Él es el Cognoscente, y el Cognoscente puede conocer otras cosas, pero no puede convertirse a Sí mismo en objeto de Su propio conocimiento, del mismo modo que el fuego puede quemar otras cosas, pero no puede quemarse a sí mismo. Shankara


Por tanto la disciplina práctica (sadhana) que caracteriza el camino de liberación consiste en el progresivo desprendimiento del propio yo (atman) con respecto a toda identificación. Consiste en darse cuenta de que yo no soy este cuerpo, estas sensaciones, estos sentimientos, estos pensamientos, esta conciencia. La realidad básica de mi vida no es ningún objeto concebible. En ultima instancia no debe ser identificada tampoco con ninguna idea, ni siquiera con la de Dios o la de Atman.

Muchos budistas entienden la Rueda del nacimiento y de la muerte muy literalmente como un proceso de reencarnación en el que el karma que configura al individuo lo hace reiteradamente a través de numerosas vidas hasta que, por el conocimiento y el despertar, queda en reposo. Pero en el Zen, así como en otras escuelas del Mahayana, a menudo se lo toma de una manera mas figurada, en el sentido de que el proceso de renacimiento ocurre en cada momento, de modo que uno sigue renaciendo en la medida en que uno se identifica con un yo continuo que vuelve a reencarnarse a cada momento. Por tanto la validez y el interés de la doctrina no dependen de la aceptación de una teoría especial de la supervivencia. Su importancia reside más bien en ilustrar el problema de la acción en círculo vicioso y resolverlo, y en este sentido la filosofía budista cobra especial interés para los estudiosos de la teoría de las comunicaciones, cibernética, filosofía lógica y otros temas.

“Donde hay un objeto, allí surge el pensamiento”. ¿Es pues, el pensamiento una cosa y el objeto otra? No, lo que es el objeto, tal es el pensamiento. Si el objeto fuera una cosa y el pensamiento otra, entonces habría un doble estado de pensamiento. Así que el objeto mismo es justamente pensamiento. ¿Puede entonces el pensamiento pasar revista al pensamiento? No, el pensamiento no puede pasar revista al pensamiento. Como la hoja de una espada no puede cortarse a si misma, como la punta de un dedo no puede tocarse a sí misma, así tampoco el pensamiento puede verse a sí mismo.