El presente
………Tan
pronto como yo reconozco que mis acciones voluntarias e intencionales
ocurren espontáneamente, “por sí mismas”, como respirar, oír y
sentir, ya no caigo en la contradicción de tratar de ser espontáneo.
No hay verdadera contradicción porque “tratar” es la
“espontaneidad”. Viendo esto desaparece la sensación de estar
coaccionado, atado, bloqueado. Es como si me hubiera absorbido en una
lucha entre mis dos manos y hubiera olvidado que ambas eran mías.
Nada interfiere ya la espontaneidad cuando advertimos que
no hace falta tratar de hacer nada. Como vimos, al descubrir que
tanto los aspectos voluntarios como los involuntarios de la mente son
espontáneos por igual, se pone fin al fijo dualismo de la mente y el
mundo, el cognoscente y lo conocido. El nuevo mundo en el
que me encuentro posee extraordinaria transparencia, está libre de
barreras, y por esta razón me parece que yo en cierto modo me he
convertido en el espacio vacío en el que todo está ocurriendo.
En
el punto inmóvil del mundo que gira. Ni carnal ni descarnado; ni
desde ni hacia; allí, en el punto inmóvil, está la danza, ni
movimiento ni detención. Y no se diga que es fijo el lugar en el que
se unifican el pasado y el futuro.
Ni
movimiento desde ni movimiento hacia,
Ni
ascenso ni descenso.
Sin
el punto, el punto inmóvil
No
habría danza….y la danza es lo único que existe.
T.
S. Elliot
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