domingo, 4 de febrero de 2018

Opuestos

¿Se ha preguntado por qué la vida se presenta como una serie de opuestos? ...obsérvese que todas las dimensiones espaciales son opuestas: arriba y abajo, dentro y fuera, alto y bajo, etc...y todas las cosas que consideramos importantes y serias son un polo de un par de opuestos: bien y mal, vida y muerte, placer y dolor...
También nuestros valores sociales y estéticos son siempre algo que se da en función de opuestos: éxito y fracaso, bello y feo, fuerte y débil, inteligente y estúpido....pero en la naturaleza al parecer no existe el mundo de los opuestos en el que vive el hombre. No hay ranas verdaderas y falsas, océanos justos o injustos... sin duda es verdad que hay ranas grandes o chicas, árboles altos o bajos, pero es algo que para ellos no es problema, no los precipita en paroxismos de angustia...del mismo modo, en el mundo de la naturaleza se da la vida y la muerte, pero tampoco esto parece asumir las dimensiones aterradoras que se le asigna en el mundo de los humanos...
El hecho exasperante...es que cada par de opuestos esta dividido por una línea fronteriza, entonces cada línea es un frente de batalla potencial para el conflicto de la guerra de opuestos, de la lucha angustiosa de la vida contra la muerte, del placer contra el dolor, del bien contra el mal...Lo cierto es que vivimos en un mundo de conflicto y oposición porque es un mundo de fronteras...y puesto que cada línea fronteriza es también una línea de batalla, henos aquí con la difícil situación humana, cuanto más firmes son nuestras fronteras, más encarnizadas son nuestras batallas.
Cuanto más me aferro al placer, más temo al dolor, cuanto más voy en pos del bien, tanto más me obsesiona el mal, cuánto más éxito busco, mayor será mi terror al fracaso, cuanto más me aferro a la vida, más aterradora me parecerá la muerte... En otras palabras la mayoría de nuestros problemas son las fronteras y de los opuestos que éstas crean.
...La forma..en que intentamos resolver estos problemas es tratar de extirpar uno de los opuestos. Encaramos el problema del bien y del mal procurando exterminar el mal, enfrentamos el problema de la vida y la muerte intentando ocultar la muerte bajo simbólicas inmortalidades...siempre tendemos a tratar a las fronteras como si fueran reales...jamás cuestionamos la existencia de la frontera como tal...y como creemos que ésta es real, imaginamos tercamente que los opuestos son irreconciliables, algo que está para siempre separado y aparte...entonces suponemos que la vida sería perfectamente placentera si sólo pudiéramos anular los polos negativos e indeseables de todos los pares de opuestos...si pudiéramos conquistar el dolor, el mal, la muerte, el sufrimiento, la enfermedad, para que sólo hubiera bondad, vida, alegría y salud...eso sería realmente vivir bien. Y en efecto, tal es la idea que del cielo tienen muchos pueblos, idea que ha llegado a significar, en vez de la trascendencia de todos los opuestos, el lugar donde se acumulan todas las mitades positivas de las parejas de opuestos, en tanto que el infierno es el lugar donde amontonamos todas las mitades negativas: el dolor, el sufrimiento, la angustia, la enfermedad...esta meta de separar los opuestos y después aferrarse a las mitades positivas o correr en pos de ellas, parece ser una característica distintiva de la civilización occidental progresista, de su religión como su ciencia, su medicina o su industria...sin embargo pese a las ventajas de la medicina, no hay ninguna prueba de que después de siglos de acentuar lo positivo y tratar de eliminar lo negativo, la humanidad sea más feliz o esté más en paz consigo misma. De hecho las pruebas nos hacen pensar lo contrario, que vivimos en la era de la angustia, de frustraciones, de aburrimiento en medio de la riqueza y desorientación en medio de la abundancia...en nuestro intento de acentuar lo positivo y eliminar lo negativo, hemos olvidado que lo positivo sólo se define en función de lo negativo...la raíz de toda esta dificultad se encuentra en nuestra tendencia a considerar como irreconciliables, como totalmente separados y divorciados el uno del otro...todos los opuestos comparten una identidad implícita, por más que nos impresionen sus diferencias (vida y muerte) siguen siendo inseparables y recíprocamente dependientes, por la simple razón de que ninguno de ellos podría existir sin el otro. 
Como diría Whitehead, el placer y el dolor no son más que la cresta y la base, inseparables de una única ola perceptual, e intentar acentuar lo positivo (la cresta) y eliminar lo negativo (la base) es un intento de eliminar la propia ola perceptual...que todo los opuestos sean perfectamente inseparables, es cosa que a la mayoría de nosotros nos parece algo difícil de creer. Pero esto se debe a que aceptamos como real las fronteras entre los opuestos...al no ver que los opuestos no son más que dos nombres diferentes para un único proceso, me imagino que hay dos procesos diferentes que se oponen...el hombre no puede entender donde está, porque ha creado dos mundos a partir de uno.
En la naturaleza hay toda clase de líneas, los contornos de las hojas, bordes de lagos...son líneas que efectivamente están ahí, pero son líneas que (como la línea de la costa entre la tierra y el agua) no representan una mera separación entre la tierra y el agua...las llamadas líneas divisorias representan los lugares en que las tierras y el agua se tocan...son líneas que unen y aproximan, tanto como dividen y distinguen, esas líneas no son fronteras...
Algunos dicen que la realidad es lo que no tiene fronteras, siempre que recordemos que la percepción de lo que no tiene fronteras es una percepción directa, inmediata y no verbal...la realidad está más allá de palabras y formas, de nombres e ideas, de divisiones y límites...y en ese mundo no hay bien ni mal, nacimiento ni muerte...un mundo donde las fronteras no existen...sobre todo no hay frontera entre sujeto y objeto, lo que es uno y lo que no es uno, el que ve y lo visto...de todas las fronteras que construye el hombre, la más fundamental es la que establecemos entre lo que somos y lo que no somos...es la frontera a la que menos estamos dispuestos a renunciar. Después de todo, es la primera que trazamos, es nuestra frontera más querida. Hemos invertido años en fortificarla y defenderla para sentirnos seguros y a salvo dentro de ella...es la que establece nuestra sensación de seres separados....y a medida que envejecemos, llenos de años y de recuerdos, y empezamos a sumirnos en la nada final de la muerte, lo último que soltamos es esa frontera. La frontera entre lo que somos y lo que no somos es la primera que se traza y la última que se borra...
Podemos considerar esta frontera primaria desde muchos ángulos y aplicarle muchos nombres. Es esa separación irreductible entre yo mismo y lo que no soy yo, el yo que está aquí dentro y los objetos que están ahí afuera...es el espacio entre mi organismo y el medio. Es la brecha entre el yo que lee y la página leída...parece como si del lado de dentro de la frontera primaria estuviera el yo: el sujeto que piensa, que siente, que ve y al otro lado existiera lo que no es yo, el mundo de los objetos de afuera...del que estoy separado. 
Cómo sería un mundo de percepción sin fronteras?
El sentimiento del yo se expande hasta incluir totalmente todo aquello que en el pasado se creyó ajeno al yo (conciencia de unidad) este sentimiento alcanza el Todo, entonces ya no hay nada fuera de uno mismo y por ende no hay donde trazar ninguna especie de frontera....es demasiado fácil llegar a la precipitada conclusión de que todo lo que tenemos que hacer para abrir las puertas a la conciencia de unidad es destruir la frontera primaria. En un sentido burdo, es así, pero la situación en realidad es mucho más simple, porque no tenemos que tomarnos la molestia de destruir la frontera primaria, por una razón muy simple, la frontera primaria no existe.
En vez de suponer que la frontera primaria es real y tomar luego las medidas necesarias para eliminarla, vayamos primero en busca de ella, si es una ilusión, jamás encontraremos el menor rastro de ella. Quizás entendamos que aquello de lo cual pensábamos (la frontera primaria) nos impedía la conciencia de unidad nunca existió...esa misma intuición es un inicio de la percepción de lo que no tiene fronteras...buscarlo y no encontrarlo es tener un atisbo de la conciencia de unidad...en otras palabras, que lo que ahora siento que es el mundo objetivo de afuera es lo mismo que siento como yo subjetivo de dentro...
Cuando entendemos que no hay brecha alguna entre uno y sus experiencias. Si uno es sus experiencias, es el mundo así experimentado. La sensación interior que llamamos uno, y la sensación exterior que llamamos el mundo, son una y la misma sensación. El sujeto interior y el objeto exterior son dos nombres para un único sentimiento, y esta no es algo que uno deba sentir, sino lo único que puede sentir.
Esto significa que su estado de conciencia en este instante, tanto si de da cuenta de ello como si no, es conciencia de unidad.


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